La realidad de la cobertura 4G en España
Hace veinte años, la telefonía móvil nos parecía un auténtico adelante futurista que sobrepasaba las expectativas de muchos. Entonces, los teléfonos eran como ladrillos, la red se caía a menudo y ni siquiera se podía soñar con eso de “tarifa de datos”. En tan solo dos décadas las cosas han cambiado enormemente, y hoy en día todos disponemos de smartphones de última generación, pequeños ordenadores de bolsillo con los que podemos navegar por Internet, viajar a donde queramos con el GPS, grabar videos profesionales… y sí, también llamar, con una calidad en la línea muy superior.
Esto es gracias a los avances en las telecomunicaciones, sobre todo al gran salto que se ha dado con la llamada cobertura 4G, también conocida como LTE, siendo esta la versión más expandida de este tecnología. Gracias a estos avances, la velocidad a la que se puede navegar a través de Internet es mucho mayor, permitiendo a las personas que suelen descargar datos, vídeos, enviar mails y demás con sus tablets o teléfonos móviles disfrutar de velocidades muy similares a las de la banda ancha. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y por desgracia, la realidad del 4G en España no es ni de lejos como debería.
Es cierto que los grandes operadores están haciendo un esfuerzo por llevar esta tecnología a cualquier lugar del país, pero también es verdad que se han centrado en las grandes ciudades, durante estos primeros meses, para poder abultar sus datos de “alcance”, aludiendo a que el 80% de la población ya tiene acceso a 4G en España, cuando eso es muy discutible. De hecho, muchas personas que viven a las afueras de las ciudades, en pueblos más pequeños o en zonas de montaña o algo más aisladas, donde la cobertura no llega tan bien, necesitan receptores especiales de cobertura 4G para poder acceder a esta tecnología.
Eso por no hablar de la “falsa 4G” que todavía algunos venden, la llamada red HSPA+, que no es más que una evolución algo más rápida del 3G, pero que ni de lejos llega a las velocidades que una cobertura 4G estándar debería ofrecer. Los precios, como siempre, están muy por encima de lo que podremos encontrar en el resto de países europeos, y uniendo eso a que la velocidad dentro de la cobertura 4G puede variar muchísimo incluso en zonas con supuesta buena cobertura, hacen que los usuarios tengan una sensación agridulce a la hora de probar “el futuro de la telefonía móvil”, sin poder evitar el sentirse engañados.